Desde que te conocí en el tono de Johnny, me he embobado por ti, princesa. Tus ojos negros llorosos y tu jean desgastado hicieron nacer en mí las ganas de locas de sacarte por ahí y a ver qué pasa, pues. Así que esta noche Yahaida Crystel, he decidido expresar mis sentimientos y revelarme como el chico de las pollerías, tu datero fiel del amor y el fercho de tu corazón. No temas si El Chino va muy rápido, solo no te olvides de wake me up when Palao ends. Llegaremos a la pollería de mi padrino y allí desplegaré mi elegancia para conquistar tu corazón de panetón, beibi.
1. No interrumpas mientras traga tu Aracelly: La función básica del pollo a la brasa es alimentar, my dearest jalador de custer. Es básico ingresar a la mente de una chica periurbana marginal a través de un bien-objeto-cosa como lo es un suculento cuarto de pollo a la brasa. Las papas fritas tienen una materialidad específica: acercar dos cuerpos llenos de amor y pasiones desbordadas. Por ello es básico no permitir que estos alimentos perezcan así que no seas tan florero y ve al grano: pide el pollo y déjala comer. “AMIGO, ¡MÁS AJÍ!”
2. Si Harumy ya no puede más, pide “para llevar”: El cuarto de pollo perece y se malogra rápidamente; su valor es decreciente (S/9.00) en función al tiempo, salvo que desees llevarte esas cuatro papas que sobraron, esa alita que se ve riki o ese pedazo de tomate con restos de ají. Solo en esos casos se pueden almacenar los huesitos en una bolsa o un envase de tecnopor. “Amigo, ¿no tendrás más huesitos para mi Bobby? Dame pe’, un favor”
3. Iniciar una linda amistad con Katyuska: El ketchup, la mostaza y la mayonesa alimentan, nutren y permiten la reproducción de los barrios periurbano marginales. Para iniciar esa linda amistad con Katyuska es obligatorio llevarla a comer pollo a la brasa. Llevarla a comer broster o higadito no cuenta. Esos son los previos, son los aperitivos: el plato fuerte es el cuarto de pollo. Si solo le das higadito, estarás asegurándote un espacio en la choteadozone. No seas misio y ahorra tus 10 lucas y llévala a comer la pollería más cercana, oe sonso alegre.
4. Ser uno con Katherine: Compartir el mismo cuarto de pollo con tu chica genera que tú y ella se vuelvan uno en sí. Ahí se reducen las diferencias y se visibilizan las coincidencias. ¡NO ES SER MISIO, OJO! ¡ES INTIMIDAD! Que tus manos toquen las suyas mientras ambos jalan con sus dientes el mismo pellejito los humaniza y les permite ingresar a un mayor grado de intimidad. No es lo mismo que cada uno coma de su plato que comer del mismo plato: he ahí la diferencia, he ahí el detalle. Que tú le des de comer una papita frita en la boca te acerca cada vez más a su corazón, Jairo. “Amigo, un cuarto con gaseosa nomás”
5. ¡No la cagues! Deja que ella escoja qué parte del pollo quiere: Llegaste a la pollería, pero solo hay parte pecho. Llevarla a comer pollo a la brasa sobre esta nueva circunstancia opera, suma y se superpone a otros elementos o regalos que le puedas dar en el transcurso de las salidas. Aquí no te cierres y permite que ella escoja su parte preferida del pollo. “Amigo, solo tenemos un pecho”. Si te gusta a ti el pecho y a ella también, cede y dale el pecho. La parte pecho sirve para generar sociabilidad sobre las bases de la reciprocidad: crean, mantienen o rompen relaciones. Si tú le das la parte pecho, ella te puede dar su corazón y admiración. “Amigo, ¡una gordita!”
6. Papas nativas versus papas fritas: Amiguito, a menos que salgas con una María de los Ángeles Berckemeyer de la Riva Agüero Blondet Meier, ¡JAMÁS!, ¡JAMÁS PIDAS PAPAS NATIVAS! Si tu pollería de barrio se pone hípster y te ofrece papas nativas y estás saliendo con Shirley, pide las papas fritas clásicas. Ella no le interesa la diversidad de la papa peruana, ella ha cedido absolutamente a los valores de la producción industrial de la papa frita común y corriente. Ella va a ver esas papas nativas como papa sancochada y te las va a lanzar en la cara. “¡PAPAS SOCIALMENTE RESPONSABLES!”
Finalmente, las pollerías en el Pedú marrón y salvaje son espacios comunes llenos de identidad. ¿Quién no ha ido a comer un rico cuarto de pollo con la persona que más te gusta? ¡Es un acto puro y lleno de amor! Una pollería de barrio es el Pedú porque allí puedes encontrar parejas de diversos orígenes. Son lugares de encuentro de parejas sexual y culturalmente diversas. ¡Una pollería es el espacio ideal de igualdad! Por eso ir por primera vez a la pollería con la chica o chico que te gusta es el más grande acto de desprendimiento y pasión. Una pollería es amor. Yahaida, ¿te gustó? Apago la grabadora.