¿Qué pueden saber seis insignificantes redactores de un medio satírico en el culo de Sudamérica sobre señores de negro con armas bien de Counter Strike? Vamos, eso es de primer mundo, digno de los canales de cable que nunca vemos. “Terroristas volaron el Metro de Madrid”, y acá solo pensamos, “¿cómo chucha es un metro?, debe ser alucinante viajar en tren de un lado de la ciudad al otro, en vez de tomar combi”. “Terroristas balean un medio satírico y matan a 12 periodistas” y nosotros pensamos “ala, ellos tienen edificios de redacción, acá en Perú si no soboneas a 3 anónimos nadie te dará ni la página del obituario para escupirle en la cara a la Iglesia Católica”, “¿periodistas haciendo sátira son asesinados por terroristas?, acá una chiquilla salida de una facultad de periodismo, que cubre protestas denunciando a los manifestantes como vándalos, sale llorando porque le gritan ‘prensa vendida’, sin contar que jamás haría sátira porque eso molestaría a su jefe”. ¿Qué distinto es todo, no?
¿Pero, paréntesis, por qué esta prensa peruana tan sátrapa y convenida llora la matanza? Lo que pasa es que al apoyar a Charile Hebdo ELLOS quedan como abanderados de la libertad. Pero en realidad habría que ser más específicos: los franceses son símbolos de la libertad de pensar distinto y joder con ese disenso. ¿Quién de todos los periodistas peruanos que ahora los llora como viuda es capaz de hacer eso? Por supuesto, uno tiene la libertad de vender su pluma a quien más quiera, y llamar a eso derecho de expresión. Pero la distancia que existe entre eso y lo que hacían los franceses es la misma que existe entre estar plácidamente dormido en una cama y practicar deportes extremos, entre la inmovilidad pura y el deseo de romper límites, entre el comatoso estado del conformismo y las ganas (casi suicidas) de ver qué pasa cuando cruzas fronteras.
Pero con todo, somos conscientes del sino de la sátira, en cualquier punto del planeta, en todo fragmento de su historia letrada. No sabemos de metros ni salas de redacción bien equipadas, pero sí que la sátira se muestra lozana y saludable en época de dictaduras, en medio de opresores, cuando la violencia simbólica y política dilata tanto que hasta los escudos emocionales mas vigorosos desfallecen.
La sátira jamás se ha conformado con el buen clima de la democracia, aunque siempre pretenda caminar hacia ella: se aburre en los estados de corrección política hasta languidecer, pues de buenas intenciones jamás ha vivido. Las dictaduras y autoritarismos, de izquierda y de derecha, la han forjado en el camino de la crítica. La sátira hiriente, como solo ella puede ser, persiste rodeada de muchos fans y pocos amigos, nunca se reconoce como un bufón, pues mientras estos se burlaban del rey para culminar con su beneplácito, aquella lo hace para ganarse su persecución y demostrarle que no es omnipotente.
Que aparezcan más dictadores, más terroristas, la sátira es tan antigua como los propósitos que la pretenden acallar; con látigos, espadas, sables, semiautomáticas y granadas de guerra, la sátira las ha sobrevivido y lo seguirá haciendo en tanto exista inconformidad e intentos oficiales y no oficiales de golpear el pensamiento alternativo.
Si crees que la sátira es “contar chistes”, te debemos recordar que nadie mata a un payaso o a un comediante por su trabajo. A #CharlieHebdo sí.
Alá, qué buena Bajada de Reyes te hiciste. 12 Reyes Magos, y sin mirra ni incienzo, solo te bastaron 2 Kalashnikov
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