Sensual Karicia vs. Agua Marina (o cuando la montaña tuteó a la costa)

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La semana pasada se presentaron en uno de los locales tropical más exitoso del país, La Esquina de la Cumbia, dos agrupaciones que, aunque provenían de la misma región, representaban dos realidades sociales totalmente distintas: la costa rica compartió el escenario con la sierra y selva alta más pobre del país, y los lisurientos serranos miraron de frente a los señores de saco y corbata.

La segunda región más poblada del país es uno de los escenarios más desiguales del país. Por occidente cuenta con cuatro provincias que aportan la pesca artesanal más compleja del país, la refinería de petróleo más grande, el reservorio de mayores proporciones en las 25 regiones, sin sumar sus índices de pleno empleo y una agroindustria que supera los 1 500 millones de dólares anuales, pinacotecas, museos, sinfónicas, editoriales y movimientos culturales de todo tipo, desde poetas malditos hasta francófonos y anarkoskaters. Pero por oriente, tan solo a cuatro o cinco horas de la capital regional, están ubicadas dos de las provincias más pobres del país, o las más pobres según el PNUD. Sí, batería, como lo lees: ni los relaves de Huancavelica o el mercurio de Bambamarca han configurado tanta pobreza como la segregación geopolítica de una región que vive de culo a su cordillera, la tierra de Hildebrando Castro Pozo, Lizardo Montero, Corazón Serrano, el tondero y Las Huaringas. Y en ese contexto aparecen Agua Marina y Sensual Karicia. La primera es una agrupación urbana del litoral piurano (Sechura), formada por la familia de pescadores Quiroga Qerevalú, cuyo padre, patrón de naves, decidió vender, en 1976, algo del capital que tenía para que los hijos menores puedan cumplir el sueño de la banda joven propia. Exitosa en muchos puntos de su historia, es algo así como la insimnia de las clases ilustradas de provincias intermedias en el norte, pues su estilo, su extracción y sus objetivos siempre apuntaron a brindar un espectáculo de salón, con saco y corbata, como que su primer concierto fue para un club de damas de la Guardia Civil en Piura. La otra, una banda campesina del centro poblado menor de Tunal, en el distrito de Lalaquiz, en la montaña de Huancabamba y a casi diez horas de Piura, comenzó como el proyecto de tres hermanos, Palacios, quienes tuvieron que empeñar todos sus ahorros para poder comprar una guitarra y unos timbales, hace 14 años. Sus proyecciones abarcaban tan solo presentarse en matrimonios y fiestas patronales de la provincia o los distritos aledaños a su seno, todos músicos empíricos, un casete y audiencia de radios comunales locales.

Y mientras que Agua Marina hacía su tercera gira por Europa y la segunda por Asia, los chicos de Sensual Karicia se encontraban preocupados porque la economía familiar era afectada por una intensa sequía en toda la sierra, que los dejaba sin parte del sustento básico, agrícola y de asentamiento humano. Agua Marina era la costa educada, de Conservatorio, que tocaba por no menos de 35 mil soles en locales exclusivos de todo el país y sonaba en las radios nacionales; Sensual Karicia solo un grupo de músicos serranos y campesinos que apenas sí cobraba 700 soles por tocar toda la noche en un matrimonio en la periferia de Sullana. No había ningún punto de comparaciónn ni conexión: jamás uno podría tocar al lado del otro, eran públicos, criterios y calidades visiblemente disímiles. No podías enfrentar al litoral que produce el 4 % del PBI nacional con la sierra más pobre del país. Pero los entornos cambian, y los serranos afincados en las ciudades costeñas empezaron, a partir de la década pasada, a apoderarse de los discursos y espacios oficiales que históricamente les habían sido negados. La sierra de Piura no era un Cusco o un Apurímac, lleno de personajes ilustres y tradiciones económicas y académicas que puedan defender sus entornos, no, la sierra de Piura era algo así como un apéndice que le estorbaba a la aristocracia costeña, y que solo era tomado en cuenta para vacacionar o acaparar territorios en modo de hacendados. La sierra de Piura, luego de iniciado el siglo, entró a la historia regional como un área que reclamaba Estado y demostraba que sí era viable: nuevas juventudes, agroindustria, y movimientos culturales que dentro de sus capitales provinciales más importantes comenzaban a florecer. Y es ahí donde entran a tallar grupos como Corazón Serrano o Sensual Karicia, quienes se convirtieron en los caballos de Troya de eso que en Ciencias Sociales se denomina “nueva ruralidad”, y que no ha sido estudiada desde la perspectiva de la producción cultural de sus actores jóvenes.

Que Sensual Karicia toque en un mano a mano con Agua Marina no es cualquier moco de pavo, o quizás se vea así desde la burbuja limeña que mete en un solo saco todo lo que no sea de su entorno más inmediato; en realidad revela la emergencia de una sierra joven, con una historia demasiado reciente y que ya ha dado dos frutos culturales que se han hecho sentir en la totalidad del territorio nacional. Hemos visto conciertos de sus hijos en horario estelar de televisión nacional, en vivo.

Que Sensual Karicia comparta un escenario con Agua Marina debe ser considerado como un hito en las dinámicas regionales de todo el norte peruano, como cuando Vallejo llegó de la quasi aislada sierra de Santiago de Chuco y los intelectuales de San Marcos y Trujillo tuvieron que aceptar que había una voz que no era la de su entorno, que los tuteaba, o como cuando Los Shapis compartieron escenario con Los Destellos y el público de Rímac se preguntaba quiénes eran esos serranos que tocaban música tan horrible.

Con el concierto de Agua Marina y Sensual Karicia de la semana pasada se han roto esquemas coloniales en el norte del país, y se ha abierto una nueva ventana por la que hay que mirar: que Piura no es solo playas, ceviche y surferitos, también es poncho, machete, cañazo y montaña. Una montaña joven y cachacienta que, atrevida, tutea a una costa señorial y envejecida.

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