Evangelio según San Steven Maycol: El nacimiento de Jairo Jesús y su adoración en Belén Parte II

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    Los pastores embriagados llegaron al pesebre. Uno de ellos se prosternó frente a un burro y le dijo así: “Siñorsh Shalvadorsh, hic. Dame tu… tu… hic… bendishion”. El burro inspirado por el Espíritu Santo le dio una patada en la entrepierna. “¡AUUUUUUUUUUUUUUU! ¡ME HAN BENDESHIDO LOSH HUEVOSH, HIC! ¡AYAYAYAYAYAUUUUUUUU!”. María alarmada por el ruido se despertó y gritó: “¡JOSÉ, JOSEEEE! Hay unos borrachos afuera. ¡Anda a ver!” José le respondió: “Oe, ¿por qué yo? Anda tú pe’… no, pues, no. Mejor llama a Serenazgo, ¿y si me hacen algo ah?, ¿te has puesto a pensar? Pensando pes”. María enojada le lanza una piedra. José resignado se levanta y va hacia la frágil puerta de madera. “¿Sí?, ¿quién es? Somos cristianos. No estamos interesados en ser Testigos, pero pueden dejar las Atalayas para limpiar las cagadas de Bobby”. Uno de los pastores reaccionó y le dijo mientras se rascaba la cabeza: “No,.., no shomosh Testigosh. Venimosh a adorar… a adorar… hic… a nuestro Shalvador”. “¿Salvador? ¿María conoces a algún Salvador?”, pregunta José. “¿Quién será, pues? Aquí no vive, debe ser al costado. Aquí no vive nadie con ese nombre, ¡ohh opas! ¡Váyanse a joder a otros!”, respondió muy mortificada María. El grupo de borrachos adoradores confundido agradece a José y se va retirando cuando el líder de la manada se da cuenta que el pesebre es iluminado por una estrella. “Consha su mae… ashu… hic… voy a dejar de shupar consha su mae. ¡OIGAN! ¡ESH ACÁ! ¡ACÁ VIVE EL SHIBOLO!” Los pastores entraron en desorden. José, quien se apoyaba en la puerta, fue arrojado por la fuerza de los pastores beodos. Todos ellos se prosternaron ante Jairo Jesús y lloraron. El amor de tan bella criatura insufló calma, sosiego y amor en todos los presentes

    Mientras los pastores del Centro Poblado de Belén adoraban al Niño Dios, unos magos de Oriente negociaban el pasaje con el único colectivero de Belén. “Oh, buen hombre. Estamos buscando a Jairo Jesús; él es el Hijo del Meng. El Google Maps nos ha indicado que vive en vuestro poblado”, dijo Melchor. “Mira, colorado, ni cagando salgo hacia Belén. Hoy tengo una pollada en la casa de mi prima Jenny y ha cocinado unas suculentas pechugas con su papita y su ajicito”, respondió el colectivero de Belén. Los tres reyes magos discutieron entre ellos y Gaspar le dijo amablemente al colectivero necio de Belén: “Oe conchatumare, ¿nos vas a llevar o no? Puta que nos hemos mandado un tripzaso desde nuestras jatos, ¿y no nos quieres llevar? Hemos pasado el huaico en Matucana y nos cagamos de sueño. Alanus Il Maximun nos envía para ver qué ondas con el calato. HABLA, ¿VAS?”. El colectivero necio de Belén se atoró con una humita dulce, la escupió y dijo con la voz temblorosa: “Uy, comparito, hubieras dicho antes que te enviaba nuestro Emperador de Emperadores. Por Alanus hago de todo: inclusive le diría a la Fiscalía que yo recibí las 30 monedas de plata de Odebrecht. Por Alanus me sacrifico. Ya listo, suban, amiguitos”. Los tres reyes magos y el colectivero necio de Belén salieron de la ciudad de Huancayo con dirección hacia el centro poblado. Al llegar, después de cinco horas, Baltazar estaba emputado porque no podía más con el soroche. “Causa, me cagan. Justo ahora tengo un tono en el Kimbara con Las Dalilas de la Timba. Espero que el calato valga la pena. Alanus nos prometió un contrato con Odebrecht. Melchor, ya sabes que todo es a medias ah”. Gaspar lo calló y señaló con su dedo de olluco el cielo: “Miren, es la señal de Google Maps. Allí está Jairo Jesús. ¡VAMOS! ¡ES CIERTO LO QUE DICE LA PROFECIA!”

    “Y tú, Belén, tierra de la Flor Pucarina,

    ciertamente no eres la menor

    entre los principales centros poblados de Junín,

    porque de ti surgirá un caudillo

    que será el Pachacútec de mi pueblo, Huancael”

    Baltazar fue el primero en ingresar al humilde pesebre. La madre de Dios al verlo gritó: “¡AHHHHHHHHHHHHH! ¡JOSEEEEEEEEEEEEE! ¡CONCHA SU MADRE! ¡NOS ROBAN! ¡DESPIERTA MIERDAAAAAA!” Baltazar la tranquilizó al decirle que eran tres reyes magos y que no joda con sus estereotipos de mierda. “Mira, María, somos reyes que venimos a adorar a Jairo Jesús. Hemos cruzado toda la Carretera Central. Nos han caído huaicos como cancha y traemos encomiendas para este bello calato. Este… otra cosita, ¿me prestas tu baño? Estoy con un soroche, un favor, pes”. Después de usar el silo de María, los tres reyes magos llamaron al colectivero necio de Belén. Él trajo tres tremendas bolsas de rafia. Melchor abrió ante los ojos desorbitados de María y José una encomienda de oro. “Oh buenos hombres, es para la matrícula del nido de Jairo Jesús”. Gaspar no quiso quedarse atrás y develó una encomienda de incienso. “Solo traje pachuli; lo pueden vender en el Barrio Chino, si quieren ah”. Finalmente Baltazar entregó en las manos de María una encomienda de sangre de grado. “Lo compré en una tienda naturista. Es muy cara; espero que sea de ayuda”. José, el humilde ferretero lloró ante tremendos regalos. Acercándose ante ellos y lejos de María les dijo: “Dios mío, muchas gracias por estos regalos. Estoy con las justas; ahora sí puedo al menos comprarle a mi calato un Pampers y su ropón. Gracias, se pasaron, ¿unas chelitas? Yo invito, amigos. Tengo una encomienda de oro”. Melchor, Gaspar y Baltazar asintieron. José y los tres reyes magos le dieron un diazepam en el quaker a María. Ella al quedarse jato, estos cuatro desgraciados se fueron a seguirla en la víspera de la fiesta patronal de Belén. “Hoy nos reventamos concha su madre”

    Al día siguiente, los reyes magos al dormir la resaca, Joel, el Ángel del Meng, se les apareció. “Oe, oe, oe. ¡DESPIERTEN MIERDAS! ¿ASÍ QUE PEPEANDO A LA MADRE DEL HIJO DEL MENG? Puta que mi jefe está emputado con ustedes… si no quieren que su ira caiga sobre ustedes, no deben regresar a Limasalen. Alanus se quiere bajar a Jairo Jesús. Ya saben cómo es ese concha su madre”. Gaspar algo atontado respondió al Ángel del Meng: “Oh Joel, pero Alanus es un cagón. Ese gordo de mierda nos ha amenazado con denunciarnos a la Fiscalía… nos va a vender así como vendió a Rómulo, Moreno, Pastor, Cornejo… entre otros cojudos… ese huevón no tiene camiseta. Nos va a acusar de recibir 30 monedas de plata de Odebrecht, ¿qué hacemos, Joel?”. El cielo se abrió y un rayo cayó sobre un descampado. Un torbellino de fuego se alzaba y se acercaba a los tres reyes magos. “Yo soy el que es, o sea el Meng. Mi palabra es la ley. No permitan que Alanus se acerque a mi chibolo. Ya juzgaré a Alanus. Ese cara de palo caerá. Recuerden que soy el Meng”. Los tres reyes magos se despertaron y como recibieron en sueños la advertencia de no regresar a Palacio, se fueron a Satipo a abrir un Recreo Campestre.

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