Evangelio según San Steven Maycol: La infancia marrona de Jairo Jesús, el Niño Rata Dios

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    Alanus Il Maximun, Emperador de Emperadores, General de Generales y Dios de Dioses está furioso: “¡NOOOOOOOO! Esos tres pastrulos de los reyes magos me jugaron mal. Me cagaron los malparidos. ¡JORGE! ¡JORGE! ¡VEN CARAJO!”. Su lacayo, Jorge Del Babosillo, se acercó temblando ante la figura imponente de 500 kilos de Alanus. “¿Sí…emperador de emperadores, general de generales y dios de dioses?”. Alanus lo miró con odio y desprecio. Agarró una copa de oro y se la arrojó. “Yo soy Alanus, soy un Dios misericordioso y generoso, ¿en qué he fallado…? ¡YO JAMÁS FALLO! ¡AVERIGUAME DÓNDE ESTÁN ESOS TRES HIJOS DE PUTA!”. Jorge del Babosillo no sabía cómo responderle a las preguntas del Dios de Dioses. “Mi majestad y misericordioso señor de señores, ellos escaparon hacia la selva central… han puesto un Recreo Campestre donde venden tacacho con cecina y majaz a la parrilla mientras unas dalilas mueven el poto a gusto del cliente….”. Ni bien acabó de responder, el pobre lacayo fue víctima de la furia de Alanus. Su cuello se tornaba rojo mientras era suspendido en el aire por las manos gigantescas de Alanus. El Emperador de Emperadores le babeo la cara y le dijo: “Jorge, me los traes. No me importa qué mierda haces, pero me los traes a esos malparidos… Ahora tengo que pensar a una nueva estrategia”. Jorge cayó pesadamente en el suelo de mármol de Palacio. “¿Qué… estrategia… mi… señor?”. Alanus le sonrió maliciosamente y le dijo: “Ya verás, ya verás”

    Las calles de Limasalen se bañaron en sangre. Todo niño recién nacido era ejecutado por comandos de aniquilamiento. “A ver, tienen que ser marrones, pobres y recién nacidos. Esta es una tarea jodida porque todos los niños de Limasalen tienen esa descripción”, reflexionó un soldado peduano. “Esta tarea me da asco, ¿para esto me enlisté en el ejército? Mejor no pienso nada y ejecuto nomás… me duele esta mierda. Si no lo hago, me matan a mí también. Alanus de mierda”. Miles de cadáveres de niños fueron arrojados a las aguas del río Rímac. Los gritos de las madres se escucharon por toda la ciudad. Alanus había sacrificado a inocentes. Así se cumplió lo que había sido anunciado por el profeta Jeremy:

    En Limasalen se oyó una voz,

    hubo lágrimas y gemidos:

    es Raquel, que llora a sus hijos

    y no quiere que la consuelen,

    porque ya no existen.

    Después de la partida de los tres reyes magos, Joel, el Ángel del Señor, se apareció en sueños a José y le dijo: “Oe, levántate, oe. Agarra al chibolo y a su madre, huye a Piura y quédate allí hasta que yo te pase la vox, porque Alanus, ese concha su madre, va a buscar al calato para matarlo”. José se levantó, tomó de noche al niño y a su madre, subieron al primer Civa y se fueron a Piura. Allí vivieron de clarito y chifles hasta que Alanus fue acusado por la Fiscalía por Corrupción. Eso distrajo al Emperador de Emperadores y se olvidó de Jairo Jesús. Entonces, Joel apareció y le dijo al pobre ferretero: “Oe, ya. Levántate, agarra al chibolo y a María, y regresa a la tierra de Limasalen”. Pero al saber que Alanus aún reinaba en Limasalen, tuvo miedo de bajar en el terminal que estaba ubicado en el centro de la ciudad. Advertido en sueños por Joel, se retiró a un asentamiento humano llamado Hijos de Galilea, donde se estableció en un sector llamada Nazaret. Así se cumplió lo que había sido anunciado por el profeta Jeremy: “Será llamado Nazareno, el que vive en la Manzana Z, Lote 13B”

    Luego de haber circuncidado a Jairo Jesús en una Posta de Salud y haberlo criado según las leyes de Huancael (destetarse con cañazo, bailar Huaylarsh y aprender los mejores éxitos del Talmud como Ayrampito y Gorrioncillo), el Hijo del Meng se fortalecía. Llenó de sabiduría sobre la cultura popular de sus viejos, y la gracia de Dios estaba con él. Un niño de su edad necesita esa gracia y suerte para sobrevivir en Limasalen. Al ser el único hijo varón, su viejo lo llevaba a la ferretería. “Necesito que me ayudes, Jairo Jesús. Esta ferretería nos va a dar de comer. Esta va a ser mi herencia para ti porque no puedo pagarte una universidad”. Allí Jairo Jesús, entre latas de pintura, tornillos y alambres, aprendió aritmética porque se pelaba las ventas del día. Así se aprovechaba de su pobre viejo quien sumaba y restaba con dificultad. Se volvió fuerte porque cargaba bolsas de cemento, y sabio porque podía hacer instalaciones eléctricas a sus vecinos. Pero no todo era trabajo para el Hijo del Meng. En las tardes iba al “vicio” del barrio donde hizo amigos entre los hijos de profesores de escuela nacional, obreros, carniceros y vendedores de frutas y verduras. Todos al ser marrones y pobres sabían adecuarse a la ciudad. Compartían la bolsa de tico-tico y se rifaban la bolsa de chizitos en un duelo de chipitaps. Cuando abrió la primera cabina en Nazaret, todos fueron en manada y aprendieron a jugar Counter y Half Life. Allí el Hijo del Meng supo cómo activar la bomba en el mapa Crossfire de Half Life. Se estaba volviendo en un Niño Rata Dios.

    Al cumplir el niño 12 años y al ser Pascua, sus padres lo llevaron a Plaza San Miguel a pasear. Y era justamente y solo pasear porque no podían pagar nada. “¡Mira, José! ¡Qué linda ropa! A ver… el precio… ¡400 soles! ¡400 soles por un vestido de mierda!”, exclamó indignada la madre de Dios. “María, no toques esa ropa. Luego nos van a querer cobrar… a ver… concha su madre… ni cagando lo compro. Mira, la Raquel… la doña del mercado tiene una hija costurera. Ella te podría hacer un vestido lindo… por 30 soles… 400 soles es todo lo que gano en un mes… en la ferretería no nos va tan bien, amor”. Jairo Jesús se hizo el loco y siguió viendo la ropa para niños…

    María y José siguieron viendo ropa y empezaron a discutir sobre lo caro que era todo Subieron a una combi y se fueron a su casa. Creyeron que Jairo Jesús estaba en la combi con ellos, caminaron tres kilómetros, tomaron dos mototaxis y montaron tres burros…. Hasta que María reaccionó y le gritó a José: “¡¿DÓNDE ESTÁ JAIRO?!” Ambos padres irresponsables lo buscaron por toda la ciudad. Como no lo encontraban en ningún lugar, volvieron a Plaza San Miguel. Allí les dijeron que vieron a un niño marroncito que fue llevado por un hombre barbón. María se desmayó. José siguió hablando con el encargado de seguridad hasta que él le dijo que ese hombre barbón era un conocido profesor de San Marcos. “Siempre viene a comer acá con jovencitas. Supongo que son sus alumnas. De allí va a enseñar a la universidad”. Después de despertar a María, emprendieron la carrera. Al llegar a San Marcos, lo hallaron en la Facultad de Ciencias Sociales en medio de doctores, fumones, sikuris y militantes del Movadef. Jairo Jesús estaba escuchándolos y les hacía preguntas a todos. Y todos los que lo oían estaban asombrados de su inteligencia y sus respuestas. Al verlo, sus padres quedaron maravillados y su madre le dijo: “¡Jairooo, hijo mío!, te he estado buscando por toda Limasalen. ¡MI HIJO, MI HIJO! Te amoooo, ¿dónde estabas? Perdóname por haberte perdido, ¡TE AMOOOOOO! Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Piensa que tu padre y yo te buscábamos angustiados”. Jairo Jesús les respondió: “Encima me pierden y todavía reclaman… ¿Ahora sí les importo, no? ¿No sabían que yo debo ocuparme de los asuntos de mi Padre? Me gusta este lugar. Padre, Madre, por favor, quiero estudiar acá en San Marcos” Ellos no entendieron lo que les decía. Él regresó de las orejas con sus padres al sector Nazaret y vivía sujeto a ellos. Su madre conservaba estas cosas en su corazón. Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia delante del Meng y de los hombres color puerta.

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