Editorial: El Kenjismo, fase superior del Caviarismo (Parte I).

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Analizando cómo los grandes medios de comunicación crearon las condiciones para que el público americano acepte la invasión de Irak en 2003, Slavoj Žižek utilizó el concepto de “la tetera prestada” (ver AQUÍ). El título hacía alusión a un viejo chiste que Sigmund Freud usaba en sus interpretaciones sobre los sueños. Los sueños, afirmaba Freud, siguen una lógica absurda, pero coherente en sí misma. Durante un sueño, uno podía decir “Jamás me prestaste una tetera”, para luego decir “Te devolví la tetera intacta”, y finalmente concluir “La tetera ya estaba rota cuando me la prestaste”. De la misma manera, el gobierno de George W. Bush jugó en pared con CNN y otros medios para ir instalando en el imaginario estadounidense la idea de que el régimen de Saddam Hussein estaba conectado con el terrorismo global, y por ende, había que intervenir militarmente sí o sí. Siguiendo la lógica de la tetera prestada, el imaginario se implementó en tres fases: Primero, Saddam posee armas de destrucción masiva (bacteriológicas y químicas) con las que amenazaba a los Estados Unidos. Segundo, un informe público de la CIA afirmaba que Saddam no poseía dichas armas, por lo que los voceros de Bush pasaron a decir que Saddam estaba coludido con Osama Bin Laden, habiendo trabajado juntos en los atentados contra las Torres Gemelas. Finalmente, Bush se limitó a decir que Saddam era un dictador opresor y que la nueva Estrategia de Seguridad Nacional de los Estados Unidos exigía la promoción de la democracia en el mundo como condición externa para garantizar su seguridad interna. Bombardeados mediáticamente por tres ideas incoherentes entre sí, el pueblo estadounidense aceptó la idea y el gobierno se embarcó en una de las más desastrosas campañas militares de su historia.

Por supuesto, no importaba que las armas de destrucción masiva de Irak hayan sido un regalo de los gringos para su guerra contra el Irán de los Ayatolás en los años 80 (ver AQUÍ) o que Al-Qaeda haya sido una creación de los mismos gringos para responder a la invasión soviética de Afganistán (lo cual incluso fue aceptado públicamente por Hillary Clinton en una sesión del Congreso, ver AQUÍ). La invasión de Irak se tenía que dar como sea, y no importaba la coherencia interna de los argumentos que llevaran a ella. Si bien Donald Trump elevó la post-verdad al nivel de política de Estado, sería injusto decir que ésta no tuvo antecedentes previos.

Por órdenes del Presidente Carter, el asesor de seguridad nacional Zbigniew Brzezinski viajó a Afganistán para proveer ayuda logística y militar a la resistencia muyahidín contra la invasión soviética (1978). Años después, serían estos mismos combatientes quienes se voltearían contra sus ex jefes creando la red Al-Qaeda.

Respecto a la situación peruana, la teoría de la tetera prestada aplica perfectamente a la situación actual de Kenji Fujimori. Kenji ha pasado también por tres etapas: La de negación a mediados de 2016 (“Kenji con las justas puede comunicarse y no tiene la menor capacidad política. Estás hablando huevadas si piensas que podría hacerle sombra a la hermana”), la de aceptación a inicios de 2017 (“Kenji encabeza el sector albertista y de izquierda [¿?] de Fuerza Popular; es feminista y proclive al diálogo”) y la de hoy, diciembre 2017 (“Kenji salvó a PPK de la vacancia, si él puede liderar un fujimorismo democrático, vale la pena apoyarlo”). Al día de hoy, la misma gente que lo trataba de retardado mental para abajo, hoy lo llama ‘salvador de la Democracia’ y virtual presidente del Perú en el 2021.

La imagen habla por sí misma.

Hace más de un año, nosotros dijimos que la trayectoria del fujimorismo durante la campaña del 2016 llevaría a Keiko y Kenji a dividirse; y que al final, ambos hermanos utilizarían dicha ruptura para forzar una polarización falsa que nos llevara a tener que elegir entre uno de los dos. Lo que dijimos exactamente el 5 de enero fue esto:

“Si las tendencias se mantienen como están, y Keiko decide no promover la vacancia a cambio de ir ganando espacios en el Estado, los cuadros de Fuerza Popular se posicionarán en espacios claves, teniendo acceso a contratos, obras públicas y licitaciones, inyectando dinero fresco y constante a la campaña del 2021. A mayor dinero, mayores intereses creados al interior del Fujimorismo; y a mayores intereses creados, mayor será la brecha entre las posiciones de Keiko y su hermano Kenji. Si bien ya fueron notorias las diferencias personales entre ambos durante la segunda vuelta (recuerden que Kenji no fue a votar por su hermana, para empezar), el contexto no daba para una ruptura frente a una alianza electoral entre PPK y la izquierda. Sin mayores rivales al frente y con pleno acceso al aparato del Estado; Keiko y Kenji ya no se sentirían más como aliados útiles y podrían dividirse a finales del año 2020 con vistas a las elecciones, con todo lo que eso puede implicar. Es una posibilidad real, tomando en cuenta que tal como están las cosas, Keiko está estancada en el escenario del 2011. Posicionada en la extrema derecha, siempre será vencida por un candidato ‘moderado’ que se gane la confianza (así sea de mala gana) de los sectores liberales y progresistas. En pocas palabras, la única forma de que Keiko gane, es teniendo de contendor en la segunda vuelta algo peor que ella. Y hasta el momento, lo único peor que Keiko… es Kenji” (ver AQUÍ).

Nuestra posición sobre el tema también ha cambiado, pero siempre bajo la premisa de que Keiko y Kenji jugaban a generar una polarización falsa que lleve a un Fujimori a Palacio de Gobierno para terminar imponiendo un gobierno familiar. Con respecto a la vacancia, dijimos esto el pasado Jueves 21, antes de la votación de la vacancia:

“Sin embargo, esta vez no encontramos ninguna posición que realmente valga la pena defenderse. Bajo cualquiera de los escenarios posibles, ya sea que Kuczynski renuncie, sea vacado o se quede, el fujimorismo seguirá fortaleciéndose. Como venimos diciendo desde el año pasado, si Kuczynski no es vacado, significa que llegó a algún tipo de acuerdo con el lado oscuro; es decir, más chamba para fujimoristas, más Ministros censurados, más fuentes de financiamiento, más control político, y en última instancia, una victoria asegurada de Keiko el 2021” (ver AQUÍ).

Muchas cosas han cambiado desde inicios de año, y especialmente en los últimos tres días. Nadie esperaba que Keiko empezaría a ser percibida tan rápido como un mal superior frente a su hermano Kenji; ni que a estas alturas ya fuera considerada como ‘inevitable’ una segunda vuelta entre ambos el 2021. A poco más de tres años de la elección de 2021, por supuesto que una segunda vuelta entre Keiko y Kenji no es inevitable y no tendríamos por qué resignarnos a ella, como andan ya insinuando por ahí. Bastaría recordar que ésta es una reedición de la ‘inevitable’ segunda vuelta entre Alan García y Keiko que se manejaba como hipótesis entre 2013 y mediados del 2015. Recordarán también que el voto de Alan aliado al PPC fue canibalizado por candidatos ‘emergentes’ como Verónika Mendoza y Alfredo Barnechea, con lo que sólo pudo pasar la valla electoral gracias a un fraude orquestado por el Jurado Nacional de Elecciones que incluyó sacar a César Acuña y Julio Guzmán de la carrera (sí, ‘fraude’, palabra que no es exagerada si consideramos que fue la revista británica The Economist quien la usó primero como ‘rigged’, ver AQUÍ).

Hoy que todos los medios presentan a Kenji como ‘el salvador de la democracia’ debido a su rol durante la votación por la vacancia presidencial, es innegable la labor que ha cumplido el sector caviar en legitimarlo a través de una sistemática y progresiva lavada de cara. A través de diversos comentarios hechos durante todo el año, hemos venido advirtiendo de la alianza contranatura Caviar-Kenji que se avecinaba, y que acaba de consolidarse. Por supuesto, que hayamos ‘predicho’ esta alianza no se debe a algún tipo de astrología política o chismecito de curador de contenidos tipo Sifuentes; sino simplemente al análisis del proceso político por el que este sector ha transitado en los últimos veinte años. No es la alianza entre los caviares y Kenji Fujimori una casualidad coyuntural, sino una consecuencia lógica derivada de la forma en cómo este sector se ha comportado políticamente toda la vida. El Kenjismo es la fase superior del caviarismo.

[SEGUNDA PARTE: 25 DIC EN LA NOCHE].

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