La región Amazonas tiene aproximadamente 376 mil almas movilizándose al interior de sus provincias, distritos, centros poblados y comunidades nativas. Ya en el distrito de Imaza, desde donde esta editorial se narra, su población asciende a 21,409 ciudadanos y las mujeres representan alrededor del 50%.
Es diciembre y el puerto de Imacita se ubica en los márgenes del río Marañón. Ya son la 1:30pm y las aulas ven emerger de ellas a jóvenes que van corriendo a sus casas. Algunos de ellos se detienen en el mercado y compran dulces, ropa o cuadernos; otros van a una cabina de internet y se dedican a revisar sus correos o a revisar el inbox de sus perfiles. Los mototaxis reposan pesadamente en el puerto de Imacita. Los gallinazos se pelean por una bolsa de basura y los perros lamen sus heridas. Mientras un grupo de jóvenes se agolpa alrededor de un celular y empiezan a reír. Ocupan la losa deportiva y ya es diciembre. Ha concluido el año escolar y ahora deben trabajar: ¿a dónde ir?, ¿qué hacer?, ¿a qué nuevo ídolo adorar? Algunos de ellos se dedicarán a trabajar en las chacras de sus padres, tíos o abuelos. Otros irán hacia las ciudades: Jaén, Chiclayo, Moyobamba, Chachapoyas, Bagua o Nueva Cajamarca son sus principales opciones. Ir a la ciudad, ir allá para pasear y trabajar.
Blanca irá a la ciudad para pasear y trabajar. Le han dicho que así un restaurante está buscando una chica que atienda, pues. Ganarás 400 soles mensuales y se te pagará una vez que concluya Abril. “Así tendrá para sus útiles y comprará algunas cositas”. Blanca está feliz; su patrón parece buena persona. Su amiga Inés le ha dicho que es buen patrón. “Buen patrón es: tres comidas diarias y te dará para tus útiles”. La Inés ya antes había estado en la ciudad. “Ella conoce bastante y me ha recomendado”. Blanca irá a Bagua y ahí estará trabajando. Inés la espera en la losa deportiva del puerto y suben a un colectivo. Una mochila y una bolsa de rafia resumen su vida. “Son 25 soles hasta Bagua; yo lo voy a pagar, Blanca. Ya luego me cancelas cuando empieces a chambear”. Ella tiene algunos ahorritos; sus padres confiaron en Inés y le dieron algo de platita. Ya con eso podrá siquiera tener un cuartito y su menú. Todo le irá bien a Blanca. Todo le irá bien.
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Jaén no es Bagua. Llegaron al terminal de colectivos, una señora se acerca a ellas. Le hace señas a Inés. Blanca se acerca también. Inés habla con la señora. Blanca observa cómo sus y algunos otros jóvenes varones de Imacita arrastran sus mochilas. ¡Son sus compañeros del colegio! “¿A dónde irán Mateo, Jordi y Vicente? ¡Seguro a trabajar como ayudantes de cocina o vendiendo gelatinas en el mercado!” Ella saluda y ellos a ella. Cuando Blanca se iba a acercar a ese grupo de jóvenes, Inés le dice “Ella es la señora Mery; es la dueña del restaurante. Tenemos un problemita. Su restaurante de acá lo ha cerrado, dice que para ir a Jaén. Allá en Jaén trabajarás atendiendo”. Es la segunda vez que Blanca iría a Jaén. La primera vez fue con sus padres. Le pareció una ciudad muy grande, con muchas motos y mucha bulla. “A trabajar en un restaurante”. Blanca tímidamente dice que sí, pero antes llama a sus padres. El celular suena y su padre contesta. Le dice que estará trabajando en Jaén, que en Bagua no hay trabajo así que en Jaén allí estará. La señora Mery habla con el señor. Le dice que no se preocupe, que ella cuidará de Blanca. “Será como mi hija, señor”. Su padre acepta, él confía en Inés. Son diez soles más hasta Jaén. “Ya cuando trabajes me pagas; yo me voy a quedar acá en Bagua. Tengo que llevar víveres. Nos vemos ya en Jaén”, le dice mientras le cierra la puerta del station wagon. Blanca y la señora Mery se van hacia Jaén. Nadie les exige papeles, nadie detendrá a Mery y ella lo sabe.
Ya han pasado dos meses y Blanca tiene los hombros morados, cojea levemente y sus ojos transitan hacia la locura. Se ha ido a la farmacia a comprar un ungüento y un sporade. Anoche un tombo le ha roto la espalda a correazos. Mucho borracho va al recreo y ella acompaña a los clientes. Compran cerveza y ella está ahí mirando cómo beben. No era un restaurante. Le dicen para “algo más” y un cuarto hecho de triplay con una puerta de plástico azul emerge en la oscuridad. Es un cuarto numerado dónde apenas cabe una espuma de una plaza. Jaén tiene varios de esos cuartos. Jaén es un cuarto enorme hecho de triplay y ese cuartito es solo una muestra significativa de la ciudad. Ella trabaja desde las 7:00pm hasta la madrugada. A veces se queda más tiempo mirando cómo los clientes consumen cerveza, otras veces solo se dedica a pasar un trapo al piso del restaurante. A los tombos no se les dice nada; Jaén es una ciudad podrida. Jaén es sufrimiento para Blanca. Ya es la segunda vez que un policía le ha hecho daño. La señora Mery nada hace, nada hace. Le pegan y ya le han quitado su celular. Le están cobrando el cuarto donde duerme y apenas come algo porque es muy caro lo que le venden. Es multada por cada “infracción”: desde no limpiar correctamente su cuarto hasta cuando un cliente hace daño al cuartucho de triplay. Prefiere comer una galleta o un plato de sopa en el mercado. Apenas tiene algo de sencillo. Tiene miedo y no tiene DNI. ¿Cómo salir?, si toda su ropa la tiene la señora Mery. Miedo, indocumentada, con apenas diez soles en el bolsillo, sin celular. Inés no viene hace dos semanas. Blanca se acordó cuando le lloró. De nada sirvió llorarle a Inés. “Sé fuerte” le dijo. “Y paga las multas, que así no vas a tener para tus útiles”.
¿Volverá a Imacita después de seis meses, tantos meses? Pensaba llevar algunos kilos de arroz y fideos a su casa. “Quizás comprar un celular. Comprar ropa para sus hermanitas y una nueva mochila”. La señora Mery nunca le paga más de 400 soles. Ahora ella trabaja en esta nueva chacra cosechando solo sufrimiento. Nadie de su familia dice mucho. Inés a veces solo le trae un polo o una bolsa de galletas de agua. Su madre reza para que vuelva de la ciudad. Quiere que vuelva a ser diciembre. Ella estaba en 5to de secundaria. Ahora Blanca a las 7:00pm se marchita.
La historia de Blanca tiene asidero en una investigación realizada por Capital Humano y Social “Rutas de la trata de personas en la Amazonia peruana”. Investigación que ha sido llevada a cabo en las regiones de Madre de Dios, Loreto, San Martín, Huánuco, Ucayali y Cusco. Hay miles de Blancas que son secuestradas, explotadas, golpeadas, despojadas de sus documentos de identidad, invisibilizadas y matadas por una serie de actores que ven en la impunidad su principal recurso. El cuerpo de la mujer al interior de la Amazonia es un campo de guerra y son lecciones graves y jamás lesiones leves para nuestro país. Apago la grabadora.