En esta redacción, tanto como en la piara que lee nuestras marranadas a diario; el feeling por la década que nos vio crecer es indescriptible. Aprendimos a querer la pichanga viendo “Supercampeones”, mientras nuestras viejitas nos servían leche “Anchor”, luego de ver “Esmeralda” en canal 4, casi como para ir a jatear. No existían redes sociales y salir a los patios de un solo caño a jugar con nuestros amiguis, era la mejor forma de compartir lo que nos pasaba. Pasábamos días coleccionando juguetitos que salían del empaque de un chocolate, o raspándonos ese tatuaje de china que pegábamos con agua a nuestra piel y que tras varios días quedaba carcoso. No todo fue mierda durante esa década jodida por el fujimorato, la prensa amarilla y Laura Bozzo. Aquí un breve recuento de lo que aún nos quita un suspiro de nostalgia marginal.
I. Taps de Pokemón
No existe chibolo o chibola de esa década, que no haya regresado a asca con el lompa o las rodillas plomas tras haber pasado toda una tarde golpeando esos pedazos de plástico contra el suelo. Y siempre había un tap que no apostabas, ese que se mantenía “pitita” porque fue difícil conseguirlo en ese empaque de chizito.
2. La gaseosa Chiki
No eres chibolo noventero si no eras de los que chapaba parte del vuelto del mercado, para comprar esa bebida tóxica que le daba sabor a tu garganta. Cada botellita que consumías terminaba siendo esa pelota que corría al nivel del suelo y que permitía los primeros goles en tu horario de recreo escolar.
3. Las Pepsicards
Los cómics y las revistas eran bastante caras para los bolsillos de nuestros viejos, y la única manera que teníamos de mantenernos cerca de nuestros héroes y figuras de acción; era mediante la recolección de cada tarjeta que salía en el quiosco del barrio y que el casero de los periódicos te reservaba muy bien hasta que le pagaras.
4. Los pegalocos
Si había una forma de divertirte y cagar las paredes que tu viejito acababa de pintar para el quino de tu hermana, sin duda aquí estaba la mejor opción. Esperar a que tu vieja te compre el pan Bimbo, era una primera chance, pero poco a poco, los mercaditos de barrio que conseguían los mismos productos pero de baja calidad; terminaron por reemplazarlos.
5. El bloqueador D’Onofrio
Un verano marginal noventero sin ese bloqueador misio en tu cacharro, no era verano. Nada más alucinante que sentir el aroma del donito en tu piel marrón, para salir a corretear al parque de la esquina con todos los otros engendros que competían por coleccionar más de esa crema de antaño.
6. El grunge
Algunos ya andábamos más creciditos, y en jato no faltaba tu hermano pelucón o el primo con camisas de a cuadros que le daba y le daba reproducir a “Smell like teen spirit” de Nirvana. Esos primeros rasgueos se quedaron en la memoria de quienes recordamos que esa música fue la mejor de esa década.
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7. Travesuras del corazón
Este segmento cumple con este tributo a la nostalgia, pero es a la vez un cariño para nuestro Chiflero, redactor y adicto empedernido a esta novela peruana que le brindó las primeras sonrisas de su marrana infancia, mientras veía a un joven Brunito enamorarse de la siempre risueña Stephanie.
8. Los recortables
Fuimos feos y misios, pero no faltos de imaginación. Nuestros viejitos ajustaban la lista de abarrotes para sacar ese par de ferritos que nos permitían jugar con nuestros personajes favoritos de los dibujitos de la tv. Los más bravos o bravas, terminaban por pegar el papel a un cartón para que dure más.
9. Mister Grass
Antes de que llegara a las tiendas de barrio o a los mercadillos, había que hacer todo el recorrido de la Feria del Hogar que había marcado tu viejita mientras cargaba sus almohadas. Había que darle su agüita para lograr ver crecer esa cabellera. Todo un personaje.
10. Selena
Para finalizar, no podríamos pasar este repaso sin dejar de mencionar a la finadita que logró templar a los adolescentes de aquellos años. Reconoce que cada bidi bidi bom bom, lo cantabas tan fuerte como una canción de Big Boy.