(Fuentes ¡Párate, pues, hijito!) Una señora con algo de sobrepeso, y que acaba de cumplir 40 años, ya siente que es su derecho que le cedan cualquier tipo de asiento en el transporte público, más allá de que este sea reservado o se encuentre en la última fila.
Así lo confirmó la señora, de nombre Clotilde Amargada. Según ella, luego de cumplir 40 (y de darse cuenta que ya los aparenta) cada vez que sube a un vehículo de transporte público se encuentra a la expectativa, ya que “ya no siento que tenga que pedir por favor ni nada para que me den el asiento más cercano. Ahora solamente espero donde me dé la gana. Si nadie se pone de pie para ofrecerme sitio, lo o la obligo metiéndole mi bolso en la cara o pidiéndole de manera achorada. Obviamente, si me toca estar sentada en el sitio reservado, no me voy a parar así suba al micro una señora de 115 años en muletas, embarazada y cargando siameses recién nacidos. ¡Que otro se pare! Yo ya estoy lo suficiente vieja y entrada en carnes como para no estar de pie. Eso sí: me dices vieja o gorda y te meto un cachetadón por faltoso. Guardemos respetos”. “Mi método para encontrar sitio al toque es fácil. Me pongo al medio del micro o bus y encuentro al más joven y pulpín de todos los pasajeros. Si con mi sola presencia no se para al instante, me pongo a su costado. Si no me hace caso porque ahora los mocosos andan con esos malditos audífonos, le hablo. Esto es a propósito porque sé que no me va a escuchar pero su “indiferencia” genera el clima perfecto para que pueda hacer un escándalo. Luego de eso, le grito y le ordeno que salga. Y así lo hacen. No me ha fallado con ninguno”, declaró.
Al ser cuestionada sobre su proceder en el transporte público al no corresponder con alguna imperfección corporal o edad avanzada, retrucó: “no tendré un impedimento físico que no me deje estar parada y tampoco seré de la tercera edad pero, vamos, podría ser su mamá. ¿Acaso a su mamá no le cederían el asiento? Eso es ser buenos hijos, ¿si o no pulpines?”, finalizó la señora sin tomar en cuenta que –utilizando su argumento- también sería de buena madre el no quitarle el asiento a sus hijos si es que ellos llegaron primero, no están en la sección reservada y –sobre todo- si en realidad no son sus hijos sino personas con iguales derechos y deberes que ella debería respetar.