La cura habría sido una rara semilla denominada “mi hija está en campaña”.
(Agencias OMS) Cientos de especialistas en ciencias médicas están conmocionados por un increíble hecho que ha marcado un hito en la historia de la salud en el Perú: un paciente, que hace tres años agonizaba con un cáncer terminal en la lengua, se curó repentinamente y hoy da entrevistas, muy orgulloso, a diarios chilenos.
El paciente, quien refiere haber sido presidente del país -y en su delirio de agonía afirmaba haberlo pacificado- , entró en un grave cuadro de depresión tras una injusta persecusión política, que lo puso tras las rejas tan solo por algunas matanzas y otros tantos millones gastados en periódicos fantasmas. Ya en las rejas, pasó de la noche a la mañana de ser un airado preso a un agonizante paciente oncológico, pues según informes de su médico personal -y solo de él-, este vería a la guadaña en cualquier momento, salvo que sea sometido a un tratamiento quirúrgico muy riesgoso, al que denominó “indulto presidencial”.
Esfumada la posibilidad, el buen ciudadano japonés desapareció de los medios impresos, los que seguían su caso por lo lastimero de su agonía, hasta que reapareció hoy, con un nuevo semblante y dando una entrevista al diario El Mercurio de Chile, en la que habló de cómo curó su cáncer y de las nuevas sopas que ha aprendido a hacer.
Al cierre de esta edición, se supo que para celebrar un grupo de simpatizantes trasladaron hasta su celda de la DIROES un camión repleto de sopas instantáneas Ajinomen, “pero también algunas son Ramen, por si se aburre siempre de lo mismo”, sostuvo uno de los proveedores.
Trascendió, además, que decenas de iglesias evangélicas, naturistas, el doctor Pérez Albela, los brasileños de Pare de Sufrir, la rumpóloga, el astrobiólogo de Milagros Leiva, el brujo Don Lino y Lhuis con H estarían peleando airadamente por quién había sido el autor o gestor de tan prodigioso milagro. Entre tanto, Cipriani los acusó a todos ellos de fariseos y aseguró que todos saben que el único dueño del milagro es Dios, toda vez que él, como Cardenal, personalmente estuvo rezando por el japonés cada noche.