(Fuentes fétidas) El ciudadano francés Jacques De La Puf había arribado hace un mes al Perú para trabajar en una organización de ayuda humanitaria. “Tenía que capacitar a funcionarios municipales en el manejo de poblaciones hostiles, o sea inmigrantes españoles. Los franceses y alemanes tienen amplia experiencia con este tipo de poblaciones, de esa manera lo contratamos”, afirmó una funcionaria de la Municipalidad de Miraflores.
Sin embargo, no todo era felicidad. En su centro de labores, De la Puf era objeto de burlas por parte de sus compañeros de trabajo debido a que él estaba poco acostumbrado a bañarse diariamente. “Pucha, ese broder apestaba a los mil diablos. Nadie quería acercarse a abrazarlo, sus alicias eran fatales. No, pues, mínimo que se eche agua a la cara. Apestaba más que el tocosh. ¡TENÍAMOS QUE USAR MASCARAS DE GAS PARA PODER TRABAJAR TRANQUILOS! Pucha que los franceses se pasan”, vociferó uno de sus ex compañeros de trabajo.
Acostumbrado a los olores perfumados, debido a su falta de baño, el ciudadano francés pasó a probarse diversos desodorantes locales. Sin embargo, al poco tiempo comenzó a enrocharse. Sin pensar en su trágico destino no le hizo mucho caso a ese síntoma hasta que poco después le comenzó a faltar el aire, lo que posteriormente le ocasionaría la muerte. El reporte del médico legista es contundente: intoxicación por exceso del alcohol en la piel.
Una reconocida brichera del distrito informó a nuestros reporteros que mantenía relaciones sentimentales con De La Puf. “Sí, yo era su amiga. Parábamos juntos, todo chévere. He estado con varios franceses y la verdad todos no son de bañarse. No les gusta el agua, son peores que los gatos. Se echan puro perfume. O sea todo bacán hasta que ya toca tener relaciones. ¡No, mi amor!, le dije. Yo le dije que si no se bañaba o echaba desodorante no iba pasar nada con él; se fue a comprar un desodorante y ya nunca más lo volví a ver”, declaró entre sollozos.