(Johnnie Pacheco, 27, Comas) Tío Vladi, estudié mi doctorado en Harvard, pero la SUNEDU cree que solo tengo posibilidades de ser un “ecsitoso” y prometedor vendedor de ceviche de pota. Por mucho que me haya esforzado en salir becado – inclusive llegué a vender mi riñón izquierdo – la SUNEDU tiene el criterio de calificar mi esfuerzo como una mera anécdota. Mis patas del rioba se burlan de mí: “Cholito, por las puras has estudiado tu maestría, causa”, y mi vieja me ha amenazado con botarme de mi casa si no le ayudo a vender ensalada de fruta en el paradero.
Mi situación es desesperante, tío Vladi. Apenas egresé de pregrado, luché por una oportunidad fuera del país. Siempre soñé con ser un prestigioso y empoderado doctor de Harvard o Yale. No obstante, como todo joven doorpeople que no se apellida Glave o Müller busqué la forma de irme becado.
Sin vara y con los bolsillos repletos de deudas y sueños, me hice poco a poco un camino en la academia gringa. Mis profes me trataban con respeto y consideración y me nombraron como su asistente junior. Chambee de todo en gringolandia: desde delivery boy hasta profesor de español. Así juntaba mis monedas y podía pagar mi alimentación y mi cuartito. Empecé a publicar papers y así mi nombre se hacía más conocido entre los gringos: “Dr. Pacheco, my dearest doorpeople colleague. Your article about Chicha and Cholos is brilliant”
Gracias a mis publicaciones e investigaciones sobre la chicha y los cholos, la universidad financió el Laboratory of Cholos Studies (LACHOS). Mi sueño se estaba haciendo realidad; sin embargo, sentía que me faltaba algo en la vida. “Volver al Perú y dedicarme a la investigación”, eso pensé. Mis colegas doorpeople – peruanos periurbano exiliados – me aconsejaron que no lo haga, que no sea cojudo, que volver al Perú sería un retroceso: “Broder, vas a tener que comerte todas las convalidaciones, pagar un culo y además mecharte con la manchita de Müllers, Glaves y Althaus. Ellos no te van a aceptar como su par, para ellos solo eres un NN de Chuchanamarca”
Sin la vara, melamina y apellidos correctos, hacerme un espacio en la investigación peruana se iba a volver complicado. No los oí; pensé que la SUNEDU y el Gral Mora iban a respaldarme. No obstante, cuando fui a mesa de partes me dijeron que mi título de doctor no valía nada. Que mis maestrías eran una cojudez. “Joven, si no ha estudiado por lo menos 5 años en la UCV, no pasa. Aquí sus papeles dicen que solo ha estudiado una maestría de 1 año y un doctorado de dos años en Harvard, Yale, Berkeley, ¿qué es eso? No sea pendejo, esos nombres suenan a sanguchería gringa. Usted ha ido a hueavear, no a estudiar”. Cuando me dijo eso la recepcionista, se partió mi corazón de panetón.
En ninguna universidad me quisieron aceptar. Sus criterios estaban hechos a la medida de sus circunstancias. Sin los contactos adecuados, mis sueños se estaban deshaciendo en un mar de burocracia. Ahora, después, de unos meses desempleado y con lágrimas en mi corazón quiero volver a gringolandia. Mis antiguos profes me pidieron que vuelva. “Ou, you ser very cojudou por want volver to Pedú. Acá apoyarte, cholitou. Acá querer cholos chicheros like you”.
Me estoy yendo de mi adorado Pedú, tío Vladi. Cada vez que pido explicaciones en la SUNEDU sobre cómo es el proceso de convalidación de mis títulos, me responden: “Para k kieres saber eso jaja saludos”. Aconséjame, tío Vladi. CONSEJO DEL TÍO VLADI “Ay, Steven. Ya les he dicho a todos ustedes que se dejen de huevadas. El campo de la investigación peruana es solo para algunos. Los dinousaurios de las universidades públicas no van a permitir que un egresado de Harvard les vaya a quitar la chamba. Mientras que en las universidades privadas, solo ingresan los amiguitos. Apendejate, huevas y saca tu título de 100tifiko en la UCV, USJB o en la UAP. Rapidito y facilito, amiguito. Sin tanta vaina. A pesar de que te saques la mugre con tu doctorado, tu jefe que es bachiller puede enseñar en la universidad y tú no. Suerte“
