Tras la publicación del último informe PISA el ministro de educación del Perú, Javier Saavedra Chanduví, decidió encomendar a la Universidad Alas Peruanas (UAP) una minuciosa fiscalización que determine el grado de precisión de la metodología utilizada por la organización encargada de dichos resultados.
La convocatoria a esta universidad obedecería a un cambio de políticas de las autoridades estatales, cansadas de los resultados encargados, durante generaciones, a profesionales de las universidades tradicionales. “Han sido cinco décadas en las que el Ministerio de Educación jugó en pared con San Marcos, la Universidad Católica y la Universidad del Pacífico, y, como hemos visto, los avances no han sido nada satisfactorios, hemos optado por una nueva universidad, acorde al nuevo peruano”, afirmó el ministro.
Una junta de cinco educadores y letrados ligados a la UAP -escogidos por haber sido los únicos que han publicado un artículo científico en la historia de aquél centro de estudios- ya habrían elaborado un plan de trabajo y estarían dirigiéndose, ahora mismo, a Pisa -Italia-, donde pretenden entablar diálogo con los encargados del documento que ha remecido hoy las redes sociales peruanas.