¡Steven, Yahaida! El tío Panfleto vuelve a la carga para enseñarte tips recontra out, huevona. Las recetas y consejos que te vamos a dar no los sabe naides del mainstream hipster ovolactovegano. Así que ni se te ocurra ir a la bioferia de Miraflores, ni sintonices Plus Tv, chibola tifoidea. No recurras a los recetarios del Gastón ni a los consejos de la Plevisani. Aquí tus cauzhas panfleteros te adoctrinarán en las verdaderas mañoserías culinarias de la Tía Veneno y el Tío Vísceras. Con estos trucos quedarás como el FAITE de la gastronomía (A mí no me venga con que eres rudo, huevonazo. Advertido estás). Empezamos por lo más básico: desinfecta con harto puliton y lejía tus manos jeropas; luego, échale kerosene a tus ollas y platos. Finalmente, rocía todos tus cubiertos con ácido muriático y procede a limpiarlos con el suplemento Viú del diario El Comercio. Nosotros creemos en la limpieza de la cocina pe’, a la vez que cuidamos de su bienestar, Yahaiditas y Stevensitos. En segundo lugar, debes tener claro cuál es tu objetivo final a la hora de comer. Este probablemente sea el pavo, el chancho o la carne que se haya comprado en tu casa y que ha sido horneada en la panadería que vende pan de yema con cucarachas. Listo. Entonces, si tu meta es llegar al plato de fondo con todas las ganas de comer intactas tienes que hacer dos cosas: uno, evitar comer lo que sea innecesario y, dos, hacer que los demás traguen la mayor cantidad de mierda posible. Lo primero se logra evitando hasta el final tres cosas: el chocolate caliente (que como buenos alienados tomamos en verano), el puré de manzana o camote con más químicos que condón con espermicida, y el panetón (tienes todos los demás días de diciembre para comerlo, pe’, no seas angurria). Luego de esto vienen las tres etapas de la comilona que deberás pasar estratégicamente. Para los demás: Comienza con la pierna en alto. Pídele a tu mamita o abuelita que hagan un ponche a base de huevos, leche, pisco o ron, azúcar y otras cositas al gusto. Sírvelo heladito y di que has preparado “Baileys casero” para que se refresquen, aunque en realidad este menjunje ya ocupará el 40% de la capacidad estomacal de los invitados y les asegurará una catarata fecal al día siguiente. Si se termina el ponche y la gente sigue con ganas de tomar algo, saca la leche chocolatada y que Dios se ampare de tu baño. Para ti: La noche es larga y aún hay que perseverar. Un shot de tu pisco Vargas está bien. Por ahí un refresquito. Y si puedes, métele un pellizcón al pavo, chibola todinito. Anda saboreando tu victoria.
Para los demás: Esta fase es clave porque es una de transición a tu objetivo. Tu primer aliado es el panetón. Eso sí, no seas gil: saca todos los panetones Sayón y San Marcos que compraste/te regalaron y guarda el Motta para el desayuno, chibolo glacitas. No gastes pólvora en gallinazos. Una vez hecho esto, sirve los panetones cuantas veces creas necesario. En bandeja, en servilleta, con medio kilo de margarina encima. Lo que sobre déjalo en lugares accesibles y visibles. Tu segundo aliado, si sirves ensalada, será la mayonesa: chapa tu ensalada rusa, sepárate un poco, y métele un balde de la crema. Sírvelo con dos opciones: chocolate caliente o gaseosa helada. Nada de intermedios. Inmediatamente después, desaparece el papel higiénico de tu baño. La gente ahora tendrá que aguantarse la salida del topo por lo que no podrá dejar de estar llena de caca. Doble ganancia: tu baño permanece decente y tienes gente que no podrá descargar la comido. Para ti: esa ensalada rusa sin crema que separaste es para ti, Steven o Yahaida. Otro traguito de pisco no está mal. Dale un poco también a tu primo o prima a quien, es imposible negarlo, también le darías vuelta como al pavo de hoy. Pulsea un rato hasta que te des cuenta de que el incesto en navidad es un poco palta. Luego, vuelve a meterle un buen pellizcón al pavo. Si se ve muy rochoso, échale la culpa a tu primo chibolo que le dicen “Mr. Popo” o “Sombra de Ñoño”. Lo castigan. Listo. Un rival menos para el pavo.