Ensayos sobre choledad: El nacimiento del pituco como categoría de análisis – Capítulo I

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Una élite que no es élite: El pituco como lumpen clase

Las Ciencias Sociales peruanas importan –en su gran mayoría– categorías de análisis del norte global. Estas permiten que interpretemos la realidad –en nuestro caso– las personas y grupos sociales atribuyéndoles características para analizarla. Pero esta importanción tiene un problema de origen: a) los conceptos que en el norte global se utilizan para referirse a un fenómeno social no tienen el mismo referente en esta parte subdesarrollada del mundo. La palabras son similares, pero sus referentes, distintos, por muchos motivos, entre ellos, que el contexto y las dinámicas sociales donde estos conceptos se reaplican son diferentes de donde nacieron. Democracia, liberalidad, locura, dictadura, entonces significan una cosa allá, mientras en esta parte del continente, otra.

Pero los conceptos no sólo viajan, sino también crean personas o categorías, las limitan y definen. En 1950 la cantidad de niños que sufrían de déficit de transtorno por déficit atención era 0, en el 2018, son millones. ¿Por qué? ¿Aparecieron repentinamente muchas personas con déficit de atención? La respuesta es que no. No aparecieron repentinamente. El concepto creó a las personas y les atribuyó ciertas características: hiperactividad, falta de enfoque, fácil distracción, entre otros. Los conceptos, como dice Hacking[1], crean personas. Categorías como el homosexualismo (inicialmente considerado una enfermedad) y el feminismo han pasado por este proceso. En particular, este último, por ejemplo, creó un lenguaje especializado para referirse a las dinámicas de poder entre varones y mujeres. Casos que hoy se conocen como acoso sexual antes eran considerados como “faltas de conducta”[2]. Los conceptos emergen como categorías de análisis dando forma a las personas que son su objeto de estudio, crean un lenguage para visibilizar una relación dándole una connotación distinta, en muchos casos, crítica.

Un concepto particular, y trabajado en las Ciencias Sociales peruanas, es el de élite política. En nuestro país se ha recurrido a esta terminología para referirnos a quienes, supuestamente, dirigen las riendas políticas del Estado. Este concepto es muy común en la Ciencia Política, proviene de Mosca, Pareto y Michels así como otros autores que evaluaron la sociedad europea de finales del siglo XIX e inicios del XX. Su referente empírico naturalmente son estados europeos previos a la primera guerra mundial, con emperadores e imperios, con democracias nacientes. El concepto de élite, entonces, claramente hace referencia a una clase política que guía los destinos de una nación europea, que la dirige y promueve frente a sus guerras imperiales con ánimos de expansionismo político y global. De hecho, Mosca quien vivió entre 1858-1941 conoció el esplendor europeo imperial y los hombres que lo dirigieron, de similar forma Pareto (1848-1923), quien solamente llegó a conocer el período europeo de la primera guerra mundial.

Trasladado a esta chacra de 30 millones de pongos (el Perú), el concepto élite trastoca su sentido, le atribuye al sector posesionario del poder del país ciertas características del concepto original que este sector no tiene. Capacidad de dirigir, conducir una nación con ideales, generar riqueza, en otras palabras, gobernar, no son propias a lo que en el Perú los académicos se refieren a una élite. En el Perú no tenemos élites. No existen en el Perú, lo que Mosca menciona, una persona o una clase por encima de la sociedad que dirija las riendas del Estado. Tampoco, como Pareto, señala, existen aristocracias que roten el poder político a través de generaciones. Lo que tenemos, son grupos mercantiles que han vivido y viven a expensas del Estado desde que se proclamó la independencia. Lo que países como el Perú, y otros de orden postcolonial tienen, es una clase rentista. Lo que tenemos son pitucos[3]. Un pituco carece de todas las actitudes que lo harían una élite, porque no es élite, ni lo opuesto a ello. Es otra categoría, otro grupo social. No está dentro del conjunto social de la clase dirigente. Un pituco es, si queremos llamarle, una lumpen clase.

El concepto no es nuevo, en realidad, gobierna nuestra vida política y cotidiana. Erróneamente los medios de comunicación atribuyen características de élite a los pitucos y condenan el uso del término –porque ya, de por sí, tienen asociadas algunas caracteristicas como la frivolidad y un relativamente bajo nivel intelectual–. Sin embargo el concepto está en todas partes: en series de televisión, en la política, en la vida cotidiana, en las calles, los autos, las universidades, en todos lados. Es permanente y ominipresente a la vida política peruana. Esta onmipresencia hace que las características –que los pitucos valoran o profesan– se vuelvan mecanismos de verdad, es decir, lo que algunos autores llaman hegemonía. Una hegemonía se refiere a las formas de comportamiento y relacionamiento que pasan a dictar las normas sobre los relacionamientos de otras personas. Es decir las actitudes y formas que son socialmente aceptados y legítimos. En un país postcolonial, como el Perú, estas características toman formas raciales: blanquedad real (color de piel) y nominal (pensar que se es blanco), el uso del lenguaje (seseo y modismos), sitios de frecuentamiento (que derivan en segmentación social) y la desconexión de la propia realidad vivida (Merces Araóz afirmando que ella sabía que es lo que cada comunidad nativa necesitaba y generando la muerte de cerca de 30 personas, indígenas y policías, o mejor Diego Macera pidiendo privatizar la universidad pública en un artículo, y en otro decir pedir que salgan científicos de provincias).

En suma, el concepto élite, en nuestro país se ha visto trastocado por la importación irreflexiva del concepto desde el norte global. El pituco no es, ni retiene, la categorías de una élite política. Y este debe ser el punto de partida para poder entender la emergencia de esta nueva terminología como una categoría válida de análisis en las Ciencias Sociales peruanas.

La siguiente parte de este ensayo explorará las relaciones de los pitucos, el poder y el estado en el Perú. Es hora de abordar mi vuelo de conexión. Saludos chancho.

Varsovia, 7 de abril del 2018

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