Pensé que era Nikkei del AELU pero en realidad era un otaku de Arenales

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KONICHIWA, Vladi San. Le escribo, en primer lugar, porque sé que tiene experiencia lidiando con peruanos descendientes de japoneses. Soy una nikkei como cualquiera: estudié en el colegio “La Unión” y el AELU es mi segundo hogar (por eso todos mis amigos son, al igual que yo, ponjas porque obviamente no puedo mezclarme con door people ya que mi honorable padre me deshereda. Su negocio de pollerías me dará vida que merezco) y si bien es cierto, alguna vez tuve que perder la dignidad y convertirme en mesera de chifa, los chinos me caen mal. Tío Vladi San, ¡estoy harta que estos marginales me digan “china” cuando en realidad soy ponja! A veces, hasta me confunden con coreana. Habrase visto, doctor, lo poco sugoi que me siento.

Bueno, le cuento mi caso. Estaba yo un día de noviembre en el Matsuri que se celebra todos los años en el AELU (saludos a todas las Kaoris y los Takashis) de lo más sugoi sintiéndome más ponja que goku comiendo ramen; cuando de repente lo vi. Estaba parado en la fila para comprar unos onigiris (bolas de arroz, por si los marginales de su página no entienden) y en perfecto japonés se acopló a mi grupo de amigos (decía sugoi las veces necesarias para ganar mi corazón). Se hacía llamar Osamu Kurosawa. Tio Vladi, le confieso que me cautivó su tez blanca (0 door people, super kakkoii), sus ojos rasgados y su perfecto pelo lacio. Además su conocimiento de la cultura japonesa me dejó pasmada: sabía los 150 pokemones a manera de pokerap, su comida favorita eran los makis (sobre todo el acevichado) y me cantó el opening de Dragon Ball en japonés. Era material para presentarle a mi honorable padre.

Comenzamos a salir y todo bien. Íbamos al Cultural Peruano Japonés a reuniones con mis amigos para practicar nuestro japonés y perfeccionar nuestras habilidades de origami. Sin embargo, empecé a notar ciertos detalles que me desconcertaron: me había dicho que vivía en Jesús María pero yo lo vi varias veces tomando los micros que decían “TODA UNIVERSITARIA”, su bello pelo lacio empezó a oler a quemado y en la intimidad nunca quería prender la luz a pesar que yo siempre ansiaba ver su blanca piel.

Un día decidí hacer una excursión al Centro Comercial Arenales porque me dijeron que el kimono que me habían robado la semana pasada lo podía encontrar en ese lugar. Ahí dentro, luego de recuperarme del shock por ver a mucho door people vestidos de mis más preciados personajes de ánime, vi a Osamu repartiendo volantes para el próximo Otaku Fest vestido de un Freezer muy extraño. En primer lugar, era marrón. En segundo lugar, tenía los ojos grandes y para nada rasgados, incluso su pelo no era tan lacio como pensaba (era grasoso, parecía que no se había bañado hace días). Me acerqué para confrontarlo y él tuvo que decirme la verdad: su verdadero nombre era Yonatthan Benito Mamani Rupay (¡NO ERA NIKKEI, ERA UN CHOLO!), vivía en Comas (saben mis ancestros dónde quedará ese lugar, yo sólo conozco la avenida La Mar y la avenida Gregorio Escobedo) y tenía un olor de haber almorzado un aeropuerto en la esquina. Me sentí más decepcionada que aquella vez cuando me enteré que François Müller-Althaus de la Jaus era un cholo. Mi virginidad, la cual le había entregado a este sujeto, se restauró automáticamente.

Tío Vladi San, necesito de tu consejo. Estoy enamorada de él, pero ya no lo puedo ver de la misma manera y, peor aún, ya no le puedo presentar a mi honorable padre. ¿Tengo que dejar a un lado todo lo que soy y mi futuro prometedor de administradora de pollerías y aceptarlo tal como es?, o ¿dejarlo porque sino mi honorable padre me quitará la membrecía del AELU?
Ayúdame, por favor, Tío Vladi San. Ilumíname con tu Sugoi.
¡Arigatou gozaimasu, Vladi San! CONSEJO DEL TÍO VLADI
montesinosDarling Tati, es una pena recibir esas noticias. Aquellas que desgarran el alma fruto del desengaño. Lamento que tu corazón sufra tanto, debes estar preparada para más mentiras. Es probable que todo sea más falso aún, que no sea deportista y tome sus batidos proteicos, sino que a las justas y empuje su carreta en Fiori para vender su pan con quinua. Sin embargo, debes pensar con calma y buscarle provecho si es que quieres una vida al lado de su serrano corazón. Piensa en que si es tan bueno como se rumorea, puedes lucrar con su chancado cacharro. Al final, feo ya parece ser. Firmeza ante la adversidad y date tu lugar. Besos.

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